Renegón y sanador, con las patas chuecas del portón a la puerta, del río a su barrio. Laburante, sobretodo. En su boca siempre alguna historia, de los bailes, de la salita, de la pesca. En sus manos, la fortaleza de curar. El Chueco batalló contra la muerte cuando ésta andaba haciendo estragos por el virus, y su lomo curtido lo alejó de sus días en la cooperativa, pero nunca, nunca… Del río.
Por eso sobre el riacho, tanto como en la radio, quedará siempre tu presencia.
Un fuerte abrazo Chueco. Pieza fundamental de esta historia. Desde el AIRE de las canaletas, abrazamos también a tu familia.